Charlotte.- El activista Byron Martínez está comprometido en la cruzada de defender los derechos de los hispanos.
Hace poco más de tres años, el nicaragüense Byron Martínez disfrutaba de una vida cómoda en Miami, alejado de los problemas de la comunidad.
Se había graduado de la Universidad de Miami (UM) y estaba ejerciendo su carrera en el ramo del comercio internacional, en exportaciones e importaciones.
Viajaba al Caribe, Centroamérica y Sudamérica, pero una circunstancia familiar le cambio su destino.
“Mi esposa se enfermó y nos tuvimos que trasladar aquí a Carolina del Norte, donde tengo familia”, cuenta Martínez.
Se afincó en el Condado de Gaston, cerca del centro médico en donde su cónyuge recibía la atención.
Entonces empezó a escuchar de injusticias que se cometían con sus vecinos inmigrantes, con sus conocidos que no hablaban inglés, y en él operó lo que en el idioma de Shakespeare se denomina una “epifanía”.
Encontró que su existencia estaba marcada por el camino del servicio comunitario. Desde entonces, se ha anotado unas victorias importantes.
Siendo voluntario de una iglesia, en 2012 desafió al Sistema Escolar del Condado Gaston (GCSS), que estaba obligando a estudiantes latinos a firmar contratos antipandillas.
Acudió a la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación de Estados Unidos en Washington y la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y logró tumbar la práctica en 2013.
Al conocer los efectos del programa de deportaciones 287g en el Condado de Gaston, decidió confrontar a la oficina del alguacil local y al Departamento de Policía, donde hizo un curso de academia ciudadana.
Esto le dio pie para sacar gente de la cárcel. “Puedo decir que las conexiones que he hecho me han permitido evitar la deportación de casi una decena de personas”, dice Martínez, durante una conversación telefónica rumbo a Georgia, para atender el caso de un mexicano, que fue trasladado a una de las cárceles privadas de ICE.
“No soy abogado, pero sí entiendo lo que es reclamar los derechos de la gente”, dice Martínez, de 38 años, quien tiene el propósito de formalizar la creación de una organización no lucrativa en la zona.
“A veces me llaman en la madrugada. Pero eso si no ayudo a borrachos, ni a gente involucrada en drogas.
Mi preocupación son los trabajadores con los que se cometen injusticias”, dice el activista.
A Martínez se le localiza en el (704) 572-4412.
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